En Malaui, sobre todo en las ciudades, hay muchos niños viviendo en la calle. No van a la escuela y terminan cayendo en la inseguridad, la violencia y la pobreza. En realidad se puede hacer mucho para ellos: en Malaui Sant’Egidio cuida de ellos. En Lilongwe y Blantyre se han abierto dos casas familia, una para niños y otra para niñas, que devuelven dignidad a una vida que recupera su curso normal: cariño, casa, escuela y salud.
Así se descubren talentos que la calle oprimía. Un niño, Maliko, de 10 años, hace un año que vive en la Casa de la Esperanza de Lilongwe. Nunca había ido a la escuela y cuando finalmente lo llevaron, sorprendió tanto a los maestros que, tras haberlo matriculado en segundo curso, en pocos meses saltó al quinto curso por sus excelentes resultados y su dedicación.
En la casa de Blantyre funciona una escuela de costura donde algunas niñas estudian y se preparan para el trabajo, mientras otras van a la escuela. Ahora son doce niñas que viven en dos casas comunicadas. Recibieron con alegría a Marco Impagliazzo y a la delegación llegada de Roma y de otras ciudades de Malaui. Les enseñaron con orgullo su casa y el trabajo de costura que llevan a cabo.
Además de los centros de acogida, la Comunidad ha abierto dos comedores para los niños de la calle de Blantyre y de Lilongwe, con la ayuda de patrocinadores locales. Son mesas para comer y para conocerse, un lugar para hacer amigos, para hablar de sus necesidades y para dar espacio a los sueños. Además de las dos casas, varios niños reciben ayuda para volver a la escuela y otros, a entrar en el mundo laboral. El pasado 11 de julio Marco Impagliazzo participó en la cena para los street kids en la House of Friendship de Sant’Egidio de Blantyre, donde saludó y habló con muchos de ellos. Se produjo un encuentro singular durante el que algunos niños tomaron la palabra para dar gracias a la Comunidad: “Aquí encontramos la iglesia y el hospital” (algunos de ellos siguen tratamiento en el centro Dream), “Me gusta este lugar porque confían en nosotros y rezamos juntos”.
El lunes 14 de julio se inauguró en Blantyre un punto de venta de ropa usada, que nació de la idea de evitar el desperdicio. La recaudación se destinará al servicio que Sant’Egidio hace para ayudar a los niños y niñas de la calle, las casas familia y las cenas semanales. Un Ecolab donde la generosidad de muchos malauíes se podrá mezclar con la necesidad de los niños. Una puerta abierta y un lugar de encuentro que es una propuesta contra el desperdicio, para una sociedad más atenta a los valores de la ecología y de compartir.