ÁFRICA

En una asamblea con Marco Impagliazzo los Jóvenes por la Paz miran al beato Floribert para crear un futuro donde todos se sienten en una misma mesa

El encuentro de más de mil jóvenes está precedido por días de reflexión de unos 100 representantes de las Comunidades de varias ciudades y pueblos

El 12 de julio se celebró en Blantyre una gran asamblea de los Jóvenes por la Paz provenientes de varias zonas de la ciudad malauí y de muchas escuelas donde está presente el movimiento. Más de mil jóvenes se reunieron con Marco Impagliazzo en un encuentro titulado “Floribert y los jóvenes: todos en la misma mesa”.

En Malaui los jóvenes menores de 18 años representan más del 51% de la población. En los últimos años ha crecido notablemente la oferta malauí universitaria, aunque no se ha creado una oferta laboral correspondiente. Desempleo y emigración ya afectan de cerca y de gravedad al mundo de los más jóvenes. Es una contradicción que defrauda la esperanza en el futuro y mina de raíz el entusiasmo de los jóvenes. En los últimos años, el mundo globalizado se ha asomado a Malaui, que ha experimentado rápidos cambios.

En esta sociedad en movimiento, con rasgos de fuerte competitividad, ha resonado la propuesta de los Jóvenes por la Paz que es capaz de infundir esperanza y valentía. Muchos se sumaron a esta propuesta que consiste en pasar, básicamente, del yo al nosotros para construir un mundo que sea como “una mesa en la que haya sitio para todos”, según una expresión del beato Floribert.

Marco Impagliazzo declinó los diez puntos de una vida alternativa para hacer un mundo mejor. Entre ellos están: no a la violencia, sí al diálogo y al encuentro; no a la ignorancia, sí al conocimiento y al estudio. Otra expresión de Floribert Bwana Chui es: “Siempre hay otra manera”. “There is always another way” fue el eslogan más repetido por los jóvenes en la asamblea.

Muchos expresaron su gratitud por  la historia del joven mártir congoleño, al que definieron como fuente de inspiración, “símbolo de valentía”, “árbol de paz”, testimonio de un camino alternativo y posible “que puede dar fuerza a los jóvenes africanos”, para que “puedan soñar y construir una África distinta, generosa y libre de la dictadura del materialismo”. “Si seguimos su ejemplo, Dios estará orgulloso de nosotros y nos llenará de bendiciones”, dijo un joven.

En los días anteriores Blantyre había acogido un encuentro de más de cien representantes de varias ciudades y pueblos. Durante dos días hablaron de los principales desafíos a los que se enfrenta el país. (A continuación, una foto)

Malaui ha sido tradicionalmente un país rural: más del 85% de la población vive en el campo. Al igual que en otras partes del mundo, en el país africano también se ha agudizado el fenómeno de la urbanización, que ha puesto de manifiesto nuevos desafíos y ha hecho aflorar las contradicciones típicas de un crecimiento desigual y rápido. Además el país se está preparando para hacer frente a la próxima contienda electoral prevista para el mes de septiembre. Durante los dos días se hizo hincapié en el aumento de la violencia que hay en algunos barrios de las ciudades, en el descontento juvenil que se manifiesta de distintos modos y en los problemas económicos y financieros que sufre el país, así como en un clima de cierta tensión frente a las elecciones. De todos modos, Malaui siempre ha sido un país en paz y a la luz de la historia personal del beato Floribert y de la historia del Congo, herido por décadas de una guerra fratricida, se destacó que no se puede malgastar el don de la paz y que debe ser una oportunidad para comunicar el Evangelio a muchos, incluida una emergente pero animada clase media de la población malauí.

A este respecto el ejemplo del joven mártir africano puede inspirar a muchos, también en Malaui, para resistirse al poder y al culto del dinero y puede mostrar que siempre existe una alternativa al mal, a la indiferencia y a la corrupción.