La segunda edición del Día Nacional del Niño se celebró el pasado domingo en diversas zonas de la capital ugandesa. Un evento especial que contó con la participación de más de 1500 niños, reunidos en diversos barrios de Kampala —desde Nakulabye hasta Ntinda, desde Muyenga hasta la barriada de Katwe— en una jornada de celebración, reflexión y compromiso, titulada "El futuro pertenece a los niños".
La jornada fue promovida por los niños de las Escuelas de la Paz de la Comunidad de Sant'Egidio, pero también contó con la participación de muchos otros niños de la ciudad, incluso de los barrios más pobres y marginados.
En Uganda, muchos niños viven en condiciones extremadamente difíciles: crecen en chabolas en grandes barrios marginales o son niños de la calle, sin hogar, sin asistencia y, a menudo, sin siquiera un certificado de nacimiento, el documento básico para acceder a la escuela y a otros derechos fundamentales.
A pesar de ello, estos niños, a menudo ignorados y desconocidos, se convirtieron en los protagonistas de la jornada. En las Escuelas de la Paz, encuentran un ambiente acogedor, donde nadie es excluido, donde se enseña el valor de la amistad, la solidaridad y la paz. Es allí donde alguien cree en ellos, en sus sueños, en su futuro.
A través de juegos, canciones, bailes y momentos de convivencia, los niños compartieron sus esperanzas y reflexionaron juntos sobre cómo construir un futuro mejor. Los desafíos que ven ante ellos son numerosos: una ciudad más justa y habitable, donde haya espacio para todos, ricos y pobres, donde cada niño pueda ir a la escuela, tener un hogar y ser reconocido como ciudadano.
Pero sobre todo, los niños enviaron un mensaje contundente y claro: quieren ser constructores de paz. No aceptan la guerra, que consideran inútil e injusta. Su marcha por la paz, con carteles con los nombres de los países que aún están en guerra, concluyó con un momento de oración por la paz.
En un mundo que a menudo los ignora, los niños alzaron la voz, demostrando lo que se ha definido como "la fuerza débil": una fuerza hecha de sueños, esperanza y deseo de cambio. Una fuerza capaz de involucrar, unir y transformar el futuro.
El Día Mundial del Niño, creado para escuchar a los niños y reconocer su dignidad, ha puesto de relieve que incluso aquellos que tienen poco, si son acogidos y escuchados, pueden contribuir a cambiar el mundo.