ORACIÓN CADA DÍA

Oración con los santos
Palabra de dios todos los dias

Oración con los santos

Recuerdo de los beatos mártires de Argelia. Entre ellos recordamos al padre Christian de Chergé, prior del monasterio trapense de Nuestra Señora del Atlas, en Tibhirine (Argelia), que fue secuestrado y asesinado en 1996 por terroristas, junto a seis de sus hermanos. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Oración con los santos
Miércoles 21 de mayo

Recuerdo de los beatos mártires de Argelia. Entre ellos recordamos al padre Christian de Chergé, prior del monasterio trapense de Nuestra Señora del Atlas, en Tibhirine (Argelia), que fue secuestrado y asesinado en 1996 por terroristas, junto a seis de sus hermanos.


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Ustedes son una estirpe elegida,
un sacerdocio real, nación santa,
pueblo adquirido por Dios
para proclamar sus maravillas.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Hechos de los Apóstoles 15,1-6

Bajaron algunos de Judea que enseñaban a los hermanos: «Si no os circuncidáis conforme a la costumbre mosaica, no podéis salvaros.» Se produjo con esto una agitación y una discusión no pequeña de Pablo y Bernabé contra ellos; y decidieron que Pablo y Bernabé y algunos de ellos subieran a Jerusalén, donde los apóstoles y presbíteros, para tratar esta cuestión. Ellos, pues, enviados por la Iglesia, atravesaron Fenicia y Samaria, contando la conversión de los gentiles y produciendo gran alegría en todos los hermanos. Llegados a Jerusalén fueron recibidos por la Iglesia y por los apóstoles y presbíteros, y contaron cuanto Dios había hecho juntamente con ellos. Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron para decir que era necesario circuncidar a los gentiles y mandarles guardar la Ley de Moisés. Se reunieron entonces los apóstoles y presbíteros para tratar este asunto.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Ustedes serán santos
porque yo soy santo, dice el Señor.

Aleluya, aleluya, aleluya.

El capítulo 15 de los Hechos de los Apóstoles es uno de los momentos culminantes del libro, y narra la resolución de la cuestión que agitaba a la comunidad cristiana sobre la relación entre judaísmo y cristianismo. ?Debían o no someterse a la ley judía los gentiles que se convertían al Evangelio? Pablo y Bernabé, que habían creado comunidades formadas principalmente por gentiles, no exigían la circuncisión a los que se adherían a la fe cristiana. Esta práctica puso radicalmente en discusión la relación entre las comunidades surgidas de la predicación a los gentiles y las que procedían del judaísmo. Fue una etapa especialmente difícil para la naciente comunidad cristiana. Se corría el riesgo de provocar una división desgarradora en el seno del cristianismo naciente. Por ello se hizo necesario convocar una asamblea de todos los líderes que se celebraría en Jerusalén. Es el primer Concilio de la historia de la Iglesia, un ejemplo no tanto de fórmula jurídica como de forma común de vivir la fe, en una asamblea fraterna que se reúne para reflexionar y debatir sobre temas de interés común. En ese sentido sigue siendo un ejemplo para la vida de las comunidades cristianas de todos los tiempos. La perspectiva que el papa Francisco quiere imprimir a toda la Iglesia va en esta línea: la sinodalidad, antes de ser un acontecimiento, es un modo de vivir la Iglesia, de vivir en comunión. La comunión en el amor y el diálogo fraterno vencen los protagonismos de los individuos que, abandonados a sí mismos, separan y dividen. Sin embargo, de este modo se disuelven las dificultades que inevitablemente surgen en el camino y se construye en la unidad el único cuerpo de Cristo.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.